domingo, 2 de marzo de 2008

Prólogo

No sé si soy feminista o no.
No sé si soy machista o no.
Creo que soy una conjunción de ambas, sumado a características de mi crianza, convivencia con determinada gente, observación, tradicionalismos extraños… etc.
Por ejemplo:
Recuerdo enojarme con mi mamá porque me hacía ir a la guardería de bermudas en vez de pollera. Un día la maestra pidió específicamente que al día siguiente, las nenas nos pongamos pollera, ya que íbamos de paseo a no-sé-dónde (recién ahora me estoy preguntando qué clase de pedido fue ese…). Yo le dije a mi mamá y ella pensó que era una estrategia para salirme con la mía con eso de ir de pollerita. Y bueno, ¡mi furia al otro día porque iba en la fila con mis nunca bien ponderadas bermudas y el resto de las nenas con vestidito! (Hoy en día las pescadoras y capris son mis grandes aliadas y tengo un ropero lleno de polleras y vestidos que ni toco).
No estoy muy segura de que en aquel momento me gustaran las polleras, si no más bien lo veo como una especie de lucha por igualarme al resto de mis compañeros (bee…).
Más de grande recuerdo enojarme con mi padre porque nunca me quiso comprar una patineta (o skate, hoy en día). No porque me podía romper el alma, sino porque yo era una nena. ¡Aargh!
Y poco a poco fui aprendiendo cómo ser nena apestaba.
El odio que le tenía a mi compañerita Inés porque no me dejaba jugar con Ernesto y Andrés (el que usaba guillerminas y yo le decía que eran zapatos de nena). Esta guacha me agarraba de la mano y me llevaba a las hamacas, para que no me junte con los varones. ¡Qué yegua! O mejor dicho… ¡potranca!
Más adelante, digamos que en segundo año de escuela (unos siete años de edad), descubrí que los varones no sólo se divierten más, sino que el compañerito que se sentaba detrás de mí era bastante lindo. ¿Qué puedo decir? ¡Me gustan los tipos desde que tengo siete años de edad!
Mi exacerbada timidez, más la realidad de que yo era una pardita flaquita, castañita de ojos marrones y mis demás compañeritas todas rubias o de ojos verdes (y las castañas eran de piel bien blanquita) o todo junto, no ayudó para que yo hiciera algo al respecto. Los varones recién se empezaron a dar cuenta de que yo existía a eso de los 17, 18 años y obviamente, no del colegio, que éramos todos como chanchos y nos conocíamos desde el preparatorio.
Pero bueno, los tipos siempre me pudieron.
Y vuelta las peleas con mi madre a eso de los 12 ó 13 años, cuando entré al liceo.
Todas mis compañeras iban súper maquilladas (hasta alguna loca se había hecho claritos y todo). Mi madre ni en pedo me dejaría ponerme brillito en los labios. (¿Alguien ve “Everybody hates Chris”? Bueno, el prototipo de madre es bastante aproximado a la mía. Créanme. Esas madres EXISTEN).
Más tarde las polleras por arriba de la rodilla… Yo para colmo usaba jumper y no me podía remangar la cintura como las demás. Una desgraciada.
Me estoy yendo al extremus carajus.
¿Qué quiero decir con esto?
Bueno. Que no sé si soy feminista o machista. Que no soy lesbiana, aunque me hubiera gustado haber nacido hombre. Tengo 34 años; no sé si es por la edad, pero ni en el mejor de los pedos me le insinuaría a un tipo. Todos mis novios (como tres) fueron por alineación estelar, no porque yo les hubiera dado alguna señal.
Y ta (¿al carajo de nuevo?).
Soy maquilladora y cosmetóloga. Jamás ejercí, debido al ambiente de barbies en el que me encontré sumergida ese período. Cabe aclarar que a mí me gustaba el maquillaje artístico y body painting, que me ayudaría en el teatro. La cosmetología nunca fue mi fuerte. Mi grupito de teatro se disolvió, pero como diseñadora gráfica, mis etiquetas para fragancias y volantes de cosmetólogas son los mejores. Gracias a estas clases, nadie lee la mente de esta raza mujeril como yo.
Y más adelante hice un curso de offset. Curso más bien destinado a público masculino, aunque no les decían que no a las muchachas. Creo que más bien para divertirse un rato y apostar entre ellos hasta cuánto duraban. Terminamos el último año siendo cuatro mujeres y tres varones.
Bueno. En este curso fue cuando empecé a descubrir el FEMINISMO AL PEDO.
Mi curso de offset era bastante limitado, con máquinas del año del pedo y sistemas que hoy se usan muy poco debido al ingreso de la informática. O sea que un día se organizó un tour a una imprenta conocida, grande y adelantada.
Ahí vimos máquinas de hasta seis torres, que imprimían varias tintas al mismo tiempo, barnizaban y te servían el té con masitas. Espectacular. Estaban imprimiendo unos mailings muy conocidos, que llegan todos los fines de semana a los hogares por debajo de la puerta. Y vi cómo unos tipos fortachones levantaban flor de paquetes como de 2.000 hojas de 1 metro x 50 cm como si nada y los ponían en las bandejas de la máquina.
Yo comenté: “aquí una mujer no podría trabajar…”
Y saltó mi compañera Rosemarie, de 1,40 m y 45 Kg mojada: “¿Y POR QUÉ no puede trabajar una mujer aquí?”; con tanto ímpetu como petisez.
—¿Y vos viste el tamaño de esas resmas? YO no las levanto…
—Pero eso no quiere decir que no pueda trabajar una mujer acá…
—Sí, de telefonista…
Y saltaba como una calderita de lata y yo me divertía imaginándomela debajo de una de esas resmas, asomándole las patitas como a la Bruja del Oeste.
Otra vez, otra compañera, que también trabaja en el mismo lugar que yo, salía corriendo de clase porque llegaba tarde a ensayar.
—¿A ensayar? —pregunté, con interés.
—Sí, bailo en una comparsa sólo de mujeres. Una comparsa feminista.
—¿Ah, sí? ¿Y vos bailás? ¿Eso no le corresponde a los “vedettos”?
—¿Eh?
—Y claro, si es una comparsa feminista, las mujeres tocarían el tamboril y bailarían “vedettos”.
—Eh…
Y el colmo llegó antes que un “Estimadas jóvenas y jóvenes” que leí en un repartido para fotocopiar en mi trabajo.
Una secretaria de una ONG me hizo cambiar e imprimir como siete veces —porque siempre se escapaba algo— todos los “niños” por “niños y niñas” de un informe. O sea, algo así como “Todo por el bienestar del niño”, lo tenía que “traducir” a “Todo por el bienestar del niño y la niña”.
Y ni hablar de las “Presidentas” de las comisiones de damas de distintas entidades.
Digo yo, ¿qué cuernos tienen contra el idioma español? Cuando iban a la escuela, ¿decían “presenta” cuando pasaban la lista?
Bueno, quería hacer una breve introducción, pero cuando quiero hacer algo breve, generalmente no lo logro y esa tendencia mía de irme al carajo hace que me olvide de cosas que también quería poner.
Pero se haría muy largo y embolante el post y después no tendría material para postear.
Así que ta. Espero que esto tenga en un futuro cooperaciones, quejas, puteadas y enhorabuenas.
C.C.C.C.C.C.

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