sábado, 12 de abril de 2008

Así es...

... la palabra PRESIDENTA existe. Y está en el diccionario y todo.
¿Qué puedo decir?
Desde que aceptaron mujeres en la Real Academia se desconchó todo... ¡UAAAJAAJAJAAA!


No, mentira. No es para tanto, tampoco.


Y con toda la intención de defenderme al respecto y aprovechando un poco que estoy en pleno SPM y ando contestona y prepotente, pensando en que sería algo aceptado desde hace poco, fui a buscar la palabreja en un diccionario del año del jopo que poseo y atónita y semihumillada, me encontré con que PRESIDENTA es la que preside (y en otra definición: "mujer del presidente"...?? Me gusta más "Primera Dama", aunque esta por lo general presida al presidente —ji, ji—).


Aunque aparece separado de PRESIDENTE y no como ahora en la RAE, que está como "PRESIDENTE, TA.- m. f. etc....".


Whatever.


Mi problema principal es que soy un poco chapada a la antigua y así como ahora aceptan que "sólo" —como sinónimo de "solamente"— se escriba nomás sin acento y otras palabras se escriban asigún el burro predominante (tendría que entrar a despotricar sobre este asunto y no tengo ganas... palabras que, como se han venido escribiendo mal desde años, ya las aceptan como bien y... ¡argh! Una se mató teniendo buenas notas en idioma español para qué...), simplemente pensé que PRESIDENTA estaba MAL y bueno.


No lo está.




Mis disculpas al respecto.






(Cuando la RAE acepte la palabra "jóvena", ahí sí... me someto a la ablación).

miércoles, 9 de abril de 2008

Soy poco pacienta

Una client@ —una maestra jubilada, pitucona pero simpática— me dejó ayer un texto para pasar, para retirar al día siguiente.

Empiezo a pasarla y leo: "Sra. Presidente de... Sra. Fulana...".

"Mirá que bien esta veterana... se ve que es vieja, no anda con pavadas", pensé.

Hoy viene a retirarlo. Yo andaba un poco ocupada con un cliente medio ladilla y por ende, mi paciencia se había contagiado.

—A ver, revise el texto que esté bien, que no haya errores...

Apenas la mira:

—¿"Presidente"? ¿Está bien así, no es “Presidenta”?

—Dígame (“digamé”, le dije, en realidad), cuando usted pasaba la lista en clase, ¿las nenas le decían "presenta" (esto último con ademán de levante de mano desde el pupitre y todo)?

Pausa.

—... Eeh... Dejá así entonces...



Y yo saboreé el triunfo bien habido.

Vamo' a ver ahora si vuelve, ¿no?...

afiche

Sigo sin acceder al afiche de manera sencilla, sin llamar la atención. Ahora encontré calcomanías también, pero el texto no es tan estúpido.

domingo, 6 de abril de 2008

Afiche para que ELLAS no se pasen de vivas

Ando atrás de un afiche... Lo vi por primera vez en el INJU, luego en la puerta de un 24 horas de una estación Texaco —creo— y los otros días en el CCZ4. Me parece que es del INAU, pero no lo encuentro en la Internet, le voy a tener que sacar una foto (y me da un poco de cosa).

¡Le tengo unas gaanaaasss...!

Ya me las voy a arreglar, ya...

jueves, 27 de marzo de 2008

Ya vaa...

No es que tenga abandonado el blog, pero la verdad, que tenga un tema central como que me pudre un poco...

domingo, 9 de marzo de 2008

8 de Marzo

Tendría que haber escrito algo AYER sí o sí (el tópico de my new blog así lo amerita), aunque muchas ganas no tenía.
Además, mi novio me leía en voz alta la cartelera de cine al lado, así que muy concentrada no estaba.

Conté con que podría engañar la fecha, pero el Blogger no deja más o directamente no sé cómo hacerlo.

O sea que, empecé escribiendo esto ayer pero pude postearlo recién hoy, así que tuve que modificar un poco la redacción...

Shame on me.


Pero bueno, hubo clima de algarabía entre el mujererío que integra mi trabajo. Silencio de mi jefe.
Cuarenta y siete mil clientas deseándonos “Feliz día”.
Whatever.
Ninguna saltó diciendo “día de las mujeres son todos” ni nada por el estilo.

Una vez un amigo me comentó: “¡Casi me muero el día que vi por primera vez a una mujer vendiendo caramelos en un ómnibus!”.
El comentario me pareció entre tierno y machista. No me dio para decirle “¿Y qué tiene de malo que una mujer venda caramelos?” y tampoco me dio para decirle “¿Viste que no los precisamos para nada... zopencos?”.
Lo único que me dio fue un poco de admiración por esa mujer que seguramente no dudó en subir a un ómnibus para poder vivir ella y posibles hijos a su cargo.
No creo que por la mente de mi muy querido pero inevitablemente machista amigo le haya pasado por la cabeza el sentimiento de admiración, sino que le debe haber invadido el cuerpo por completo el “me da cosa”.
Así que bueno.
Este blog totalmente indefinido, le desea “Feliz día” —atrasado— a esas mujeres valientes, sin un zopenco marido/compañero que las apoye (apoyo, no manutención), que salen adelante solitas, no porque desean sentirse unas independientas sino porque no tienen más remedio que hacerlo y ni tiempo tienen para sentirse unas valientas, aunque lo sean.

En conclusión, cuando no es feminismo al pedo.

viernes, 7 de marzo de 2008

JÓVENAS HOY, FEMINISTAS SIEMPRE

Sí, desde aquel encuentro con la palabra "Jóvenas", ¡lo veo en todos lados!

Pero... ¿que tienen las feministas en contra del pobre idioma español? ¿Cómo hacen las angloparlantes y nosécuantoparlantes de idiomas que no usan artículos femeninos y masculinos, para manifestarse, entonces?



domingo, 2 de marzo de 2008

Prólogo

No sé si soy feminista o no.
No sé si soy machista o no.
Creo que soy una conjunción de ambas, sumado a características de mi crianza, convivencia con determinada gente, observación, tradicionalismos extraños… etc.
Por ejemplo:
Recuerdo enojarme con mi mamá porque me hacía ir a la guardería de bermudas en vez de pollera. Un día la maestra pidió específicamente que al día siguiente, las nenas nos pongamos pollera, ya que íbamos de paseo a no-sé-dónde (recién ahora me estoy preguntando qué clase de pedido fue ese…). Yo le dije a mi mamá y ella pensó que era una estrategia para salirme con la mía con eso de ir de pollerita. Y bueno, ¡mi furia al otro día porque iba en la fila con mis nunca bien ponderadas bermudas y el resto de las nenas con vestidito! (Hoy en día las pescadoras y capris son mis grandes aliadas y tengo un ropero lleno de polleras y vestidos que ni toco).
No estoy muy segura de que en aquel momento me gustaran las polleras, si no más bien lo veo como una especie de lucha por igualarme al resto de mis compañeros (bee…).
Más de grande recuerdo enojarme con mi padre porque nunca me quiso comprar una patineta (o skate, hoy en día). No porque me podía romper el alma, sino porque yo era una nena. ¡Aargh!
Y poco a poco fui aprendiendo cómo ser nena apestaba.
El odio que le tenía a mi compañerita Inés porque no me dejaba jugar con Ernesto y Andrés (el que usaba guillerminas y yo le decía que eran zapatos de nena). Esta guacha me agarraba de la mano y me llevaba a las hamacas, para que no me junte con los varones. ¡Qué yegua! O mejor dicho… ¡potranca!
Más adelante, digamos que en segundo año de escuela (unos siete años de edad), descubrí que los varones no sólo se divierten más, sino que el compañerito que se sentaba detrás de mí era bastante lindo. ¿Qué puedo decir? ¡Me gustan los tipos desde que tengo siete años de edad!
Mi exacerbada timidez, más la realidad de que yo era una pardita flaquita, castañita de ojos marrones y mis demás compañeritas todas rubias o de ojos verdes (y las castañas eran de piel bien blanquita) o todo junto, no ayudó para que yo hiciera algo al respecto. Los varones recién se empezaron a dar cuenta de que yo existía a eso de los 17, 18 años y obviamente, no del colegio, que éramos todos como chanchos y nos conocíamos desde el preparatorio.
Pero bueno, los tipos siempre me pudieron.
Y vuelta las peleas con mi madre a eso de los 12 ó 13 años, cuando entré al liceo.
Todas mis compañeras iban súper maquilladas (hasta alguna loca se había hecho claritos y todo). Mi madre ni en pedo me dejaría ponerme brillito en los labios. (¿Alguien ve “Everybody hates Chris”? Bueno, el prototipo de madre es bastante aproximado a la mía. Créanme. Esas madres EXISTEN).
Más tarde las polleras por arriba de la rodilla… Yo para colmo usaba jumper y no me podía remangar la cintura como las demás. Una desgraciada.
Me estoy yendo al extremus carajus.
¿Qué quiero decir con esto?
Bueno. Que no sé si soy feminista o machista. Que no soy lesbiana, aunque me hubiera gustado haber nacido hombre. Tengo 34 años; no sé si es por la edad, pero ni en el mejor de los pedos me le insinuaría a un tipo. Todos mis novios (como tres) fueron por alineación estelar, no porque yo les hubiera dado alguna señal.
Y ta (¿al carajo de nuevo?).
Soy maquilladora y cosmetóloga. Jamás ejercí, debido al ambiente de barbies en el que me encontré sumergida ese período. Cabe aclarar que a mí me gustaba el maquillaje artístico y body painting, que me ayudaría en el teatro. La cosmetología nunca fue mi fuerte. Mi grupito de teatro se disolvió, pero como diseñadora gráfica, mis etiquetas para fragancias y volantes de cosmetólogas son los mejores. Gracias a estas clases, nadie lee la mente de esta raza mujeril como yo.
Y más adelante hice un curso de offset. Curso más bien destinado a público masculino, aunque no les decían que no a las muchachas. Creo que más bien para divertirse un rato y apostar entre ellos hasta cuánto duraban. Terminamos el último año siendo cuatro mujeres y tres varones.
Bueno. En este curso fue cuando empecé a descubrir el FEMINISMO AL PEDO.
Mi curso de offset era bastante limitado, con máquinas del año del pedo y sistemas que hoy se usan muy poco debido al ingreso de la informática. O sea que un día se organizó un tour a una imprenta conocida, grande y adelantada.
Ahí vimos máquinas de hasta seis torres, que imprimían varias tintas al mismo tiempo, barnizaban y te servían el té con masitas. Espectacular. Estaban imprimiendo unos mailings muy conocidos, que llegan todos los fines de semana a los hogares por debajo de la puerta. Y vi cómo unos tipos fortachones levantaban flor de paquetes como de 2.000 hojas de 1 metro x 50 cm como si nada y los ponían en las bandejas de la máquina.
Yo comenté: “aquí una mujer no podría trabajar…”
Y saltó mi compañera Rosemarie, de 1,40 m y 45 Kg mojada: “¿Y POR QUÉ no puede trabajar una mujer aquí?”; con tanto ímpetu como petisez.
—¿Y vos viste el tamaño de esas resmas? YO no las levanto…
—Pero eso no quiere decir que no pueda trabajar una mujer acá…
—Sí, de telefonista…
Y saltaba como una calderita de lata y yo me divertía imaginándomela debajo de una de esas resmas, asomándole las patitas como a la Bruja del Oeste.
Otra vez, otra compañera, que también trabaja en el mismo lugar que yo, salía corriendo de clase porque llegaba tarde a ensayar.
—¿A ensayar? —pregunté, con interés.
—Sí, bailo en una comparsa sólo de mujeres. Una comparsa feminista.
—¿Ah, sí? ¿Y vos bailás? ¿Eso no le corresponde a los “vedettos”?
—¿Eh?
—Y claro, si es una comparsa feminista, las mujeres tocarían el tamboril y bailarían “vedettos”.
—Eh…
Y el colmo llegó antes que un “Estimadas jóvenas y jóvenes” que leí en un repartido para fotocopiar en mi trabajo.
Una secretaria de una ONG me hizo cambiar e imprimir como siete veces —porque siempre se escapaba algo— todos los “niños” por “niños y niñas” de un informe. O sea, algo así como “Todo por el bienestar del niño”, lo tenía que “traducir” a “Todo por el bienestar del niño y la niña”.
Y ni hablar de las “Presidentas” de las comisiones de damas de distintas entidades.
Digo yo, ¿qué cuernos tienen contra el idioma español? Cuando iban a la escuela, ¿decían “presenta” cuando pasaban la lista?
Bueno, quería hacer una breve introducción, pero cuando quiero hacer algo breve, generalmente no lo logro y esa tendencia mía de irme al carajo hace que me olvide de cosas que también quería poner.
Pero se haría muy largo y embolante el post y después no tendría material para postear.
Así que ta. Espero que esto tenga en un futuro cooperaciones, quejas, puteadas y enhorabuenas.
C.C.C.C.C.C.

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